viernes, 13 de diciembre de 2013

Santa Justa y Rufina, Patronas de Sevilla

Son pocas las personas que conocen la verdadera historia de las mártires Santa Justa y Rufina y los lugares que se hallan conectados a ella, incluso hay otras que ignoran que estas son las Patronas de Sevilla. Cuenta la historia que las hermanas Justa y Rufina nacieron en Sevilla, la primera en el año 268 y la segunda en el 270, en el seno de una familia humilde. Su familia, que vivía en Triana, dedicaba su vida al oficio de la alfarería, y tenía una gran convicción cristiana en una época marcada por la dominación de los romanos, exactamente bajo el mandato del emperador Diocleciano.

Una calurosa mañana de julio en Sevilla, se festejaban las Adonias (festejos callejeros que se celebraban anualmente en honor a la diosa Venus, y en la que se rememoraba el fallecimiento de Adonis). Según los relatos de la época romana, dicho festejo, consistía en recorrer las calles de la ciudad portando una especie de procesión con la figura de la diosa y se exigían limosnas y donativos para costear la fiesta y numerosas comitivas.  Cuando los paganos se pararon en el puesto de utensilios de cerámica que las hermanas tenían en Triana para exigir el donativo correspondiente, éstas se negaron a pagarlo porque el festejo no se correspondía con su verdadera fe. Al negarse, una de las mujeres que cargaban la figura de la diosa les destrozó el tenderete al no participar ni honrar las fiestas. Tal fue el enfado de las devotas hermanas que se lanzaron hacia la figura de la diosa haciéndola añicos.

Así, Diogeniano, prefecto de Sevilla (ministro que preside y manda en un tribunal, junta o comunidad eclesiástica), envió a Justa y Rufina a encarcelar por no renunciar a su fe cristiana. Las encerró en una tenebrosa cárcel situada en la actual iglesia de la Trinidad en la calle María Auxiliadora, donde durante años sufrieron numerosos martirios y desprecios: las mandó a torturar y las obligó a ir andando descalzas hasta Sierra Morena, pero ellas aguantaban toda clase de penurias con tal de no abandonar su fe.

Finalmente, fueron encerradas hasta su muerte, y la primera en morir fue Justa, cuyo cuerpo fue abandonado en un pozo situado en el terreno que hoy ocupa la estación centralde Sevilla, de ahí su nombre. Su cuerpo fue recuperado poco tiempo después por el obispo Sabino.

Diogeniano, para acabar con Rufina, la mandó a un anfiteatro y la dejó a expensas de un león para que la destrozase. El animal se acercó a la muchacha y lamió su vestido mientras que movía su cola como si de un animal de compañía se tratase. El prefecto no aguantaba más y finalmente la mandó a degollar y quemar su cuerpo. Nuevamente, el obispo Sabino, recogió sus restos y los enterró junto con los de su hermana en el año 287, concretamente en la calle hoy llamada Campo de los Mártires, que ocupa hoy más o menos el espacio donde se sacrificaban y enterraban habitualmente los cristianos.

Después de tal hazaña, las hermanas fueron canonizadas debido a la gran fidelidad que procesaban hacia su religión. Debido a que su historia fue reconocida mundialmente, se les nombró Patronas de Sevilla y además de los gremios de alfareros y cacharreros, hasta la actualidad.

Son numerosas las representaciones que se han hecho de ambas hermanas, y algunas de ellas se encuentran en diferentes lugares emblemáticos de la ciudad. Muchas de estas representaciones figuran a las santas portando palmas como símbolo del martirio, con diferentes objetos de barro alusivos a su profesión de alfareras, y suelen estar separadas por la Giralda. Aunque la Giralda aún no estaba construida cuando ocurrió esta historia, la tradición señala a Santa Justa y Rufina como protectoras de la Giralda y la Catedral, motivo por el cual se representan junto a la ostentosa torre.


Santa Justa y Santa Rufina, Murillo (1665)
Santa Justa y Santa Rufina, Murillo (1665-1666)
Santa Rufina, Zurbarán
Santa Justa, Diego de Velázquez (1663)
Santa Justa y Santa Rufina (1817)
Santa Rufina, Murillo (1665)



Fuentes:


-Grosso, Manuel: Sevilla, ciudad de leyenda; Ed. Jirones de Azul; Sevilla 2009

Fotografías:





miércoles, 11 de diciembre de 2013

El Palacio de San Telmo y su función histórica

El Palacio de San Telmo es uno de los edificios de la ciudad sevillana que ha adquirido más funcionalidades diferentes con el paso de los años (Universidad de Navegantes, Colegio de la Marina, sede de la Sociedad de Ferrocarril, sede de la Universidad Literaria, residencia de los duques de Montpensier, sede de la Archidiócesis de Sevilla y sede oficial de la presidencia de la Junta de Andalucía). Se trata de un espectacular monumento emblemático de la arquitectura barroca sevillana situado en el centro de la ciudad hispalense, cerca del río Guadalquivir.

El edificio al que hoy conocemos como Palacio de San Telmo, se construyó en 1682 en unos territorios pertenecientes al Tribunal de la Inquisición, con la intención de albergar en él la sede del colegio-seminario de la Universidad de Mareantes, situada anteriormente en la calle Betis. El proceso de construcción del colegio tardó medio siglo, y debido a la falta de documentación que existe sobre el nacimiento del edificio, es imposible saber con exactitud quién fue el primer director de las obras. Por otra parte, en 1691 fue Antonio Rodríguez el que permaneció al cargo de la construcción del monumento hasta el año 1696. La edificación de planta rectangular, pretendía ser una obra de grandes dimensiones y uno de los edificios más grandiosos de la ciudad.  El Colegio o Universidad de Navegantes tenía como principal función la acogida, el amparo y la formación de los huérfanos de los marineros.

A partir de esa fecha, el proceso de construcción se paraliza hasta 1722, año en el que el arquitecto Leonardo Figueroa se pone al frente de la ampliación del edificio junto con su hijo Matías. Con él, la construcción tomó un gran impulso y se comenzaron a levantar grandes patios interiores, capillas, enfermerías, la fachada principal, así como la grandiosa portada, la cual se terminó de edificar en 1734 y que se conserva en la actualidad. Además, el edifico contaba con dos plantas más ático, torreones en las esquinas y jardines.

Vista aérea del Palacio de San Telmo  /  Fotografía: blog edificiosdesevilla
Leonardo Figueroa con la ayuda del imaginero Duque y Cornejo creó una espectacular fachada barroca que alberga numerosos elementos decorativos que hacen referencia al ámbito del mar y la navegación debido a su funcionalidad, como por ejemplo la figura de San Telmo (patrón de los marineros) en la portada principal, de ahí el actual nombre del edificio.

Portada barroca / Fotografía: El Señor del Biombo
San Telmo, patrón de los marineros / Fotografía: El Señor del Biombo
Tras ser construido como sede de la Universidad de Navegantes, pasó un siglo más tarde a ser el Colegio de la Marina, donde ingresó y se formó en 1846 el poeta Gustavo Adolfo Bécquer, y un año después el edificio dejó de ser una universidad. Más adelante fue destinado para diferentes usos siendo sede de la Sociedad del Ferrocarril o sede de la Universidad Literaria.

Fue en 1849 cuando la edificación fue adquirida por los duques de Montpensier, Antonio de Orleans y MaríaLuisa Fernanda de Borbón. Éstos convirtieron el monumental edificio en su residencia oficial y lo llevaron hacia el máximo esplendor mientras vivieron allí. Durante su alojamiento se terminó la torre norte, se levantó el ala este y un salón de baile, y además se restauró la portada principal con diferentes escudos de las casas de Orleans-Borbón. Además, el duque de Montpensier encargó al escultor sevillano Antonio Susillo la construcción de doce esculturas que representaran a los sevillanos más ilustres con la intención de coronar la gran fachada. Las doce esculturas se dispusieron sobre la balaustrada en 1895 y representan a doce importantes y conocidas personalidades, nueve de ellas nacidas en la ciudad y otras tres que vivieron y murieron en ella (Juan Martínez Montañés, Rodrigo Ponce de León y Núñez, Diego Rodríguez deSilva y Velázquez, Miguel Mañara, Lope de Rueda, Diego Ortiz de Zúñiga, Fernando de Herrera, Luis Daoíz, Benito Arias Montano, Bartolomé EstebanMurillo, Fernando Afán de Ribera y Bartolomé de las Casas).

Balaustrada de personajes ilustres / Fotografía: www.jotdown.es

Cuando fallece la viuda de Montpensier, la infanta María Luisa Fernanda, en 1897 cedió el palacio a la Archidiócesis de Sevilla y donó los jardines a la ciudad hispalense, los cuales se encuentran hoy en el parque de María Luisa.

El arzobispo de la ciudad en 1901, Marcelo Spínola, convirtió el palacio en un seminario hasta 1989 que fue traspasado por el propio arzobispado de Sevilla a la Junta de Andalucía para que instalara en él la sede del gobierno autonómico, función que se conserva en la actualidad.

En 1991, bajo la dirección del arquitecto sevillano Guillermo Vázquez Consuegra, se comenzaron las restauraciones del edificio para convertirlo en sede oficial de la presidencia de la Junta de Andalucía. Las obras, que continuaron en 2005, supusieron un costo de cuarenta y siete millones de euros, y duraron poco más de dos años y medio. Éstas tenían como finalidad rescatar la estructura original y los detalles del interior del edificio que se habían deteriorado debido al paso del tiempo y a las múltiples funcionalidades que se le han otorgado a este emblemático monumento. 


Palacio de San Telmo, sede oficial de la Junta de Andalucía / Fotografía: web Junta de Andalucía





Fuentes:

-El País



-Junta de Andalucía


martes, 10 de diciembre de 2013

La Torre de la Plata

La Torre de la Plata fue en su día uno de los edificios más importantes de la ciudad de Sevilla, pero debido a su precario estado actual, son muy pocas las personas que conocen la historia de este preciado monumento. 

Torre de la Plata / Fotografía: Alba Machuca

Es un edificio octogonal del siglo XIII construido por los almohades y situado en el centro de Sevilla, exactamente en la calle Santander. Esta edificación estaba unida a la emblemática Torre del Oro mediante una muralla que cercaba la ciudad de Sevilla, la cual fue derribada. La torre tenía una función parecida a la de la Torre del Oro, y servía como edificio de defensa y vigilancia.

Dicha torre quedó totalmente aislada de la Torre del Oro en la Revolución de 1868, cuando los rebeldes, con la excusa de que las murallas cercaban y estrechaban la ciudad e impedían su crecimiento, demolieron las murallas, poniendo los restos a la venta para aprovechar sus materiales. A partir de ahí, la grandeza de la Torre de la Plata comenzó a declinar con el paso del tiempo.

Por esa misma fecha, la torre fue parcialmente ocultada por la construcción de una serie de viviendas para personas con gran poder adquisitivo (tal y como se encuentra en la actualidad), según el proyecto del arquitecto italiano Vermondo Resta.

Posteriormente, desde finales del siglo XX hasta 1992, año en el que fue parcialmente restaurada, se utilizó como cobijo por indigentes. Hasta época muy reciente sirvió de vivienda y los edificios adosados a ella hicieron olvidar su protagonismo de otros tiempos.

En la actualidad, la Torre ha quedado olvidada y sus alrededores se utilizan como aparcamiento al aire libre, aunque al menos permite ver de cerca la histórica torre. La torre se encuentra en un estado pésimo siendo la vegetación la que inunda el propio edificio y parte de los restos de la muralla que aún perduran. Tal es su descuido, que muchas personas desconocen la existencia de este edificio que en su tiempo fue uno de los más importantes de la ciudad sevillana.

Actualmente se está pensando en restaurar y rehabilitar el edificio y sus alrededores, aunque no se ha determinado la función que se le va a otorgar. La Torre de la Plata necesita una útil funcionalidad y una generosa rehabilitación para volver a conseguir la relevancia de antaño, y para ser reconocida por aquellos sevillanos que un día la dejaron apartada y en el olvido.




Fuentes:

-Grosso, Manuel: Sevilla, ciudad de leyenda ; Ed. Jirones de Azul; Sevilla 2009


domingo, 8 de diciembre de 2013

Hotel Alfonso XIII

Hotel Alfonso XIII / Fotografía: Javier Espejo

El Hotel Alfonso XIII de Sevilla, es un edificio histórico situado en el centro de la ciudad hispalense, junto a la Puerta de Jerez y la antigua Real Fábrica de Tabacos.  Este lujoso edificio, llamado anteriormente Gran Hotel, nació durante el reinado de Alfonso XIII y gracias a la participación de éste  en la Exposición Iberoamericana de 1929 en Sevilla. La Exposición Iberoamericana del 29, que se inauguró el nueve de mayo de ese mismo año, fue la primera exposición que pretendía mostrar el hermanamiento y las relaciones de unión entre la Península Ibérica con América e Hispanoamérica y Estados Unidos Portugal con Brasil y Macao. Un evento de estas características supondría la visita de numerosas personalidades importantes a Sevilla, por tanto el hotel nace de la necesidad de dotar de plazas hoteleras a la ciudad. Antes de que se confirmase donde se haría el encuentro, la ciudad se había quedado congelada en la urbe que fascinó a los viajeros románticos y apenas ofrecía más que hoteles mediocres descritos como antros horribles en los diarios de viaje de los forasteros.

El solar elegido fue el de los Jardines de Eslava, sobre un viejo teatro que había acogido varios conciertos, y hasta numerosas óperas al aire libre. El ganador del concurso para la construcción del edificio, bajo la dirección de Aníbal González (principal arquitecto de la Exposición), lo ganó José Espiau y Muñoz. El propio Rey Alfonso XIII demostró en todo momento gran interés en la edificación del hotel, que más adelante llevaría su nombre.

La construcción del edificio se inicia con el Trienio Bolchevique, en 1917. Mientras Europa vivía La Gran Guerra, y en Sevilla se ensayaban los motines, las huelgas y las barricadas, la ciudad hispalense se preparaba para albergar uno de los hoteles más importantes de toda Europa.

José Espiau y Muñoz, con la colaboración de un gran equipo especializado, concibió la construcción como un hotel de “grandes lujos” y esto se reflejó tanto en la fachada como en el interior del propio edificio. Construyó un hotel de estilo neomudéjar, una versión moderna inspirada en la arquitectura árabe, aunque con un toque regionalista andaluz. Utilizó elementos decorativos del rico plateresco sevillano en la portada.
En su interior, destaca el lujo y la categoría, los arcos y las columnas, con elegantes lámparas colgadas de elaboradísimos artesonados y carísimos suelos de mármol y de madera. Además se incorporaron costosos azulejos y se eligieron elementos decorativos de gran valor adquisitivo. Las habitaciones fueron diseñadas y adaptadas para alojar a reyes, presidentes, personalidades e invitados de la Exposición Iberoamericana.
El hotel dispone de una enorme suite real que siempre ocupaba Doña María de las Mercedes, madre del rey y huésped habitual durante Semana Santa y Feria. También se compone de seis salones para conferencias y banquetes, un salón real, y los famosos salones de Andalucía, Híspalis y Cartuja, situados uno a continuación del otro.

El coste total del Hotel Alfonso XIII, incluyendo el mobiliario y el decorado, resultó ser de doce millones de pesetas, más del diez por ciento del coste total de los edificios y obras públicas realizados para la Exposición. Así, desde el primer día, pudo colocarse cómodamente entre los mejores hoteles del mundo.

El hotel fue inaugurado oficialmente el 28 de abril de 1929, con el banquete de boda de la sobrina del Rey Alfonso XIII, la Infanta Isabel Alfonsa, con el Conde Juan Zamoyski. La celebración, presidida por el Rey y la Reina Victoria Eugenia, contó con un opulento banquete y un ostentoso baile al que asistieron numerosas celebridades reconocidas mundialmente.

Durante la Segunda República, pasó a llamarse Hotel Andalucía Palace, y cincuenta años después recuperó el nombre Hotel Alfonso XIII, conservado en la actualidad. Hoy, este hotel pertenece a la cadena hotelera The Luxury Collection by Starwood, y ha sido restaurado íntegramente en 2011 y reinaugurado el 13 de marzo de 2012.




Existen innumerables historias sobre el hotel y las diferentes personalidades que se han hospedado en el Alfonso XIII. Son conocidas las numerosas aventuras que el Rey tenía en las alcobas del propio hotel durante la construcción del mismo. Además, en él se han alojado celebridades como Grace Kelly con el príncipe Rainero que visitaron la Feria de Abril en 1966, Franco y Carmen Polo, visitantes asiduos del hotel, Brigitte Bardot, Robert Kennedy o Lady Di.

También se han rodado algunas películas en el seno del Hotel Alfonso XIII, como la película La femme et le pain, inspirada en la novela que Pierre Louÿs escribió durante un viaje a la Sevilla del mito de Carmen, o el film Lawrence de Arabia dirigido por David Lean.




Fuentes:

-Villar, Alberto: Arquitectura del Regionalismo en Sevilla (2010)

-El Mundo

-Catálogo oficial de la Exposición Iberoamericana del 29


sábado, 7 de diciembre de 2013

La Torre del Oro

Torre del Oro / Fotografía: Alba Machuca

La Torre del Oro es en la actualidad una torreta tan emblemática para Sevilla como las mismísima Giralda. Es una torre albarrana (torre que antiguamente se ponía a trechos en las murallas) y almohade levantada en el primer tercio del siglo XIII, ya casi al final de la época islámica de la ciudad. El edificio que mide 15,20 metros de diámetro y 36,75 metros de altura, se encuentra en el centro de Sevilla, junto al río Guadalquivir y cercana a la RealMaestranza.

Abu-1.Ula fue el gobernador almohade que en 1220 la mandó edificar para defender la ciudad. La Torre del Oro era el punto último de una muralla que iba del alcázar al río y servía de anclaje para unas cadenas que cruzaban el Guadalquivir y se unían a un bloque de argamasa (mortero hecho de cal, arena y agua, que se emplea en las obras de albañilería) al otro lado. De este modo se impedía el paso a cualquier embarcación que quisiese subir río arriba.

El edificio es de planta dodecagonal construido entre 1220 y 1221 durante el mandato del almohade Abu-1.Ula. Se llamó Torre del Oro o Bury al Dahab o Borg-al-Azaja en árabe, desde la época almohade, y dichos nombres intentaban expresar el deslumbramiento que causaba mirar dicha torre cuando el sol se reflejaba en ella.

El segundo cuerpo también dodecagonal, se edificó en el siglo XIV por orden del rey Don Pedro I. Algunas leyendas cuentan que la Torre del Oro servía como residencia a las amantes del Rey Don Pedro. Con el paso del tiempo, la torre perdió verdaderamente su función primitiva y cayó en el abandono. En el siglo XVI se modificó dicha torre y se realizaron numerosas obras que restauraron sus imperfecciones. Gracias a esa rehabilitación, la Torre del Oro pudo sobrevivir al terrible terremoto de Lisboa de 1755, el cual sacudió a la ciudad y afectó gravemente a la Torre. 

Finalmente, el último cuerpo, cilíndrico y coronado por una cúpula, se construyó en 1760 bajo la dirección del ingeniero militar Sebastián Van der Borcht, el cual se encargó de dirigir una década antes la Real Fábrica de Tabacos. Esta última reforma sucede después de que el pueblo sevillano impidiese el derribo de la torre a manos del marqués de Monte Real. Éste quería destruir la emblemática torre para ampliar el paso de los coches de caballo a efectos de dejar el paso de San Telmo al Puente de Triana más derecho.

Durante todas esas etapas, la Torre del Oro ha funcionado como prisión, residencia, como capilla dedicada a San Isidoro de Sevilla, almacén de pólvora, sede de las oficinas de la Compañía del Río Guadalquivir y hasta parte del escudo de algunos pueblos y ciudades del norte de España que participaron en la conquista de Sevilla, como el escudo de Santander, de Cantabria o de Comillas.
   
Escudo de Comillas
Escudo de Santander 


     

                           

En la actualidad, además de proporcionarnos una de las mejores panorámicas de Triana desde el río, la Torre del Oro alberga la sede del Museo Naval de Sevilla desde 1.944, donde se aguardan variados objetos y piezas relacionados con la vida marinera sevillana. Contiene grabados, cartas marinas, maquetas, instrumentos antiguos de marear (navegar) así como documentos históricos. Hoy, por tan solo un euro puede visitarse este emblemático edificio, impregnado de valiosas historias y culturas entre sus cimientos.




Fuentes:

-Grosso, Manuel: Sevilla, ciudad de leyenda ; Ed. Jirones de Azul; Sevilla 2009


viernes, 6 de diciembre de 2013

La leyenda de La Susona

Los callejones y rincones de la ciudad de Sevilla han sido testigos de numerosas historias de amor que han dado lugar a leyendas muy conocidas. En este caso hablaremos de la historia de la Susona, que ocurrió en la Judería sevillana, en las entrañas del Barrio de Santa Cruz, cerca de la Plaza de Doña Elvira. Esta historia tiene lugar en una época marcada por la exclusión de la comunidad judía  por parte de los cristianos. Sevilla fue una de las ciudades que llevó a cabo este tipo de exclusión, como demuestra la matanza de la judería sevillana en 1391. 

Según la historia, en 1481 se fraguó un complot judío en Sevilla para hacerse con el poder de la ciudad e intentar, con el apoyo musulmán echar a los cristianos de la ciudad hispalense. La conspiración estaba formada por Diego Susón, banquero y cabecilla de la misma; Pedro Fernández  de Venedara, mayordomo de la Catedral; Juan Fernández de Alboslaya, letrado y alcalde de Justicia, Adolfo de Triana y algunos hombres más que pertenecían a uno de los sectores más influyentes de la ciudad. La tradición cuenta que Diego Susón tenía una hija muy hermosa llamada Suona Ben Suzón, a la que todos llamaban “La Susona”. La muchacha estaba enamorada y mantenía relaciones secretas con un caballero cristiano de gran linaje, al que su padre Diego Susón quería asesinar.

Suona se enteró del complot que su padre había organizado junto con los otros judíos, y al saber que el hombre al que amaba estaba en peligro, delató a los suyos a los cristianos. El chivatazo de Suona tuvo consecuencias inmediatas, y los componentes del grupo judío que organizaron la conspiración, fueron encarcelados y ejecutados. Después de lo ocurrido, la  muchacha fue repudiada por su gente y se le ocurrió convertirse al cristianismo pero, los cristianos  y su amado también la abandonaron por delatar a su propia familia.

La mujer fue a buscar refugio a las iglesias y los hospitales hasta que el obispo de Tiberiales, Reinaldo Romero, la acogió en un convento de clausura de la ciudad con la intención de que dedicara su vida al Señor. Suona pasó mucho tiempo encerrada en el convento arrepentida de haber traicionado y por tanto, matado a su padre. El obispo visitaba a menudo el convento para reconfortarla espiritualmente pero terminó enamorándose de ella, hasta el punto de que ésta terminó dejando el convento y viviendo con el obispo, con el que tuvo dos hijos. Una vez que muere el obispo, la muchacha se sumerge en una gran pobreza, sabiéndose que  terminó su vida como querida de un especiero (comerciante de especias).

La Susona pidió antes de morir que su calavera se colgase ante la fachada de su casa en la Judería, en la que había vivido para ejemplo y castigo de sus pecados. Su cabeza estuvo en la puerta de su casa hasta mediados del siglo XVIII. Hoy, la calle donde estaba su casa que se encuentra junto a la iglesia de los Venerables, lleva su nombre desde 1845; y está decorada con diferentes azulejos que corroboran la veracidad de esta historia.

Casa de La Susona / Fotografía: Alba Machuca


Azulejos que adornan la fachada de la casa / Fotografía: Alba Machuca




Fuentes:

-Grosso, Manuel:  Sevilla, ciudad de leyenda ; Ed. Jirones de Azul; Sevilla 2009



La leyenda de la cabeza del Rey Don Pedro

Busto del Rey Don Pedro / Fotografía: Javier Espejo
En el centro de Sevilla, se encuentra una calle llamada Candilejo, la cual es protagonista de una de las leyendas más conocidas de la ciudad. En la esquina más ancha de esta calle, se puede apreciar un busto de medio cuerpo de un caballero medieval, coronado, con manto real sobre sus hombros, con un cetro en la mano derecha y con una espada en la otra. Esta estatua que se halla expuesta en una hornacina (hueco en forma de arco), representa al rey don Pedro I que fue rey de Castilla desde el 26 de marzo de 1350 hasta su muerte. Don Pedro I de Castilla, aunque nació en Burgos, fijó su residencia en Sevilla, y era llamado el Cruel por sus detractores y el Justiciero por sus partidarios. Se decía de él que tenía un defecto físico que hacía que le rechinasen las rodillas al caminar, el cual pudo comprobarse después de su muerte.

Cuenta la leyenda que el rey don Pedro, en una de sus noches locas, a altas horas de la madrugada, tuvo un duelo con uno de los miembros de la familia Guzmán,  hijo del conde Niebla, que apoyaba las aspiraciones al trono del hermano bastardo del rey. El ruido de la reyerta despertó a una anciana que vivía en esa misma calle y que, asomada a la ventana con la lumbre de un candil, intentaba ver que ocurría. El monarca mató a su contrincante y salió huyendo al comprobar que lo iluminaban, y la anciana, que seguía asomada a la ventana, llegó a oír, junto con los pasos, el rechinar de los huesos de la rodilla. La mujer cerró la ventana rápidamente y con tanta fuerza, que se le cayó el candil a la calle junto al cadáver.

Copia del candil de la anciana / Fotografía: Javier Espejo
A la mañana siguiente, se supo en toda la ciudad que el que murió era un caballero importante y la familia Guzmán exigía que se aclarasen los hechos y que encontrasen al culpable. Fue tal la presión, que Pedro I  prometió encontrar al asesino en un plazo de veinticuatro horas y dijo: “cuando halle al culpable, haré poner su cabeza en el lugar de la muerte”.

A los pocos días, se trajo a juicio a la anciana dueña del candil que encontraron en el lugar del asesinato, y que fue testigo de lo ocurrido aquella noche. Ésta, a pesar de admitir que sabía quién era el culpable, se negaba a declarar. Don Pedro se acercó a la anciana y le prometió que si contaba lo que había visto no le pasaría nada. La mujer sacó un espejo y lo puso frente a él, diciéndole: “esta es la cabeza del asesino”. Una vez alabada la astucia de la anciana, ordenó que se le entregara la recompensa que existía por su captura y luego mandó a llamar a la familia de la víctima, a la que comunicó que podía ir al lugar del suceso, pues allí mismo se expondría la cabeza del causante de la muerte.

El alguacil recorrió las calles de Sevilla escoltando un carro sobre el que iba un cajón de madera recia con una tapa clavada con grandes clavos, donde se suponía que estaría la cabeza prometida. Acto seguido, se colocó la caja en una hornacina que se cerró con una verja, la cual no dejaba entrever qué había dentro. La gente se quedó defraudada, pues no se podía ver su contenido ni saber quién había sido el asesino.

Pasaron ocho años y el rey don Pedro fue asesinado por su hermano bastardo y, una vez muerto, cuando se abrió la caja y se descubrió su contenido, se comprobó que se trataba de un busto del fallecido monarca. El rey cumplió con su palabra de poner allí la cabeza del culpable, pero no la de carne y hueso, sino de mármol, y allí se encuentra todavía.



Fuentes:

-Grosso, Manuel:  Sevilla, ciudad de leyenda ; Ed. Jirones de Azul; Sevilla 2009

-Escultura e Imaginería. Daniel Pineda Novo. En: Cosas de Sevilla. Grupo Andaluz de Ediciones. Sevilla, 1981.

La olvidada Santa Catalina

Iglesia de Santa Catalina / Fotografía: web oficial Santa Catalina

La Iglesia de Santa Catalina es uno de los templos más conocidos de Sevilla, y no solo por su relevancia o su índole cultural, sino por los debates que se han generado en la actualidad en torno a su financiación y restauración. Esta iglesia se encuentra situada intramuros de la ciudad, entre San Luis con calle Sol y Alhóndiga con la calle Juan de Mesa. Se trata de un templo de estilo gótico-mudéjar, aunque fue modificada en varias ocasiones a lo largo de los siglos XVII y XVIII. En la actualidad, es un templo filial de la parroquia de San Román y Santa Catalina, y sede de la Hermandad Sacramental de la Exaltación, y de la Hermandad de Nuestra Señora del Carmen y NuestraSeñora del Rosario, así como de la de Santa Lucía

Aunque fue nombrada Monumento Nacional en 1912 y Bien de Interés Cultural en 1985, desde el año 2004 está cerrada al culto y al público al necesitar mano de obra y restauración. Desde 2002 la parroquia venía sufriendo desperfectos ocasionados por las lluvias, que calaban el templo, produciendo humedades interiores y exteriores en el edificio. En el 2003 un estudio también descubrió la existencia de termitas, problemas en las instalaciones eléctricas, hundimiento del suelo y la destrucción de la fachada por la contaminación que produce el tráfico. Todos estos factores han ocasionado que en junio de 2004, las hermandades que habitaban el templo hayan tenido que abandonarlo.

Por tanto, han sido muchos años los que la iglesia ha estado olvidada y abandonada por aquellos que deberían haber financiado y puesto en marcha las restauraciones que realmente necesitaba. Aunque a finales de 2012 se comenzaron a plantear las reparaciones, hoy, las puertas de Santa Catalina siguen cerradas al culto.

La tardanza de las restauraciones de esta iglesia emblemática, se debe a la disputa que ha surgido durante años sobre quién debe financiar la reparación de los desperfectos del templo. Aunque la iglesia fue sometida a algunas restauraciones después de su cierre y se llegaron a algunos acuerdos entre el Arzobispado y la Junta en 2008, no fue hasta 2010 cuando se comenzó a plantear la rehabilitación integral de la iglesia, con la llegada del popular Juan Ignacio Zoido a la alcaldía de Sevilla. Con él se empezó a debatir sobre la financiación de la misma, ya que el alcalde estuvo desde un principio a favor de su restauración y abogaba por “reabrir al culto el templo y que sea disfrutado como referente cultural y reclamo turístico”. Además la Junta, con la Archidiócesis de Sevilla, ya estaba inmersa en otros proyectos similares: Santa Ana, de La Roda de Andalucía; Santo Domingo, de Osuna; San Miguel, de Morón de la Frontera; Santa María la Blanca, de Fuentes de Andalucía, o el convento de la Purísima Concepción, de Utrera; por lo que conocía el proceso de restauración.

Sin embargo, más adelante la Junta declaró que pretendía esperar la propuesta y voluntad de la propia Iglesia, ya que, según ella, al ser la propietaria del templo es la que debe promover y financiar el proyecto en una primera instancia. Evidentemente, al Arzobispado no tenía la capacidad económica suficiente para mantener el vasto patrimonio inmueble de la Archidiócesis, y por consiguiente, le era imposible ofrecer la cuantía necesaria para la restauración del templo. Por tanto, la intención de la Iglesia era llegar a un acuerdo con las instituciones públicas para dar solución a la desastrosa situación de la iglesia.

Finalmente, la Iglesia y la Junta llegaron a un acuerdo, y este mismo año acabaron cumpliendo con un convenio que ya estaba consensuado con la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía en 2008. El Ayuntamiento de Sevilla, la administración autonómica y la Consejería de Cultura han aportado en 2013 los 93.490,16 euros que quedaban pendientes de pago, de los 405.150,51 euros comprometidos en el citado convenio para pasadas restauraciones de las cubiertas y para la futura financiación de los proyectos de restauración integral del templo. Una cantidad que había tenido que cubrir la Archidiócesis en este tiempo.
Por otro lado, La Caixa ha decidido colaborar también con la recuperación integral de Santa Catalina y ha firmado  un convenio con el Arzobispado de Sevilla el 29 de mayo de este año.

En Julio de 2013 se conoció el informe final necesario para proceder a la restauración del templo de Santa Catalina, y los resultados fueron esperanzadores. Se negó el posible derrumbe de la iglesia y se confirmó que la estructura no necesitaría ningún refuerzo ni corrección.

Fue el 28 de noviembre de este año cuando la Archidiócesis de Sevilla anuncia el proyecto de restauración que se llevará a cabo en el templo a manos de arquitecto Francisco Jurado. La rehabilitación de la iglesia supondrá una inversión en torno al millón de euros en su primera fase. La segunda etapa de la restauración consiste en conservar y recuperar los elementos característicos de la fachada que se han visto dañados, y realizar trabajos arqueológicos especializados durante seis meses para descubrir la antigua fisionomía sobre la que se asienta la iglesia. Y por último, la tercera fase comprenderá la rehabilitación y mejora del interior del templo (mobiliario, solería, instalaciones…), y cuyo coste no se ha precisado.

Restauración Santa Catalina / Fotografías: web oficial Iglesia de Santa Catalina

Después de todo, a los sevillanos solo les queda esperar a que las restauraciones no se paralicen, y así poder disfrutar lo antes posible de este emblemático y característico lugar que quedó en el olvido durante muchos años.





Fuentes:


martes, 3 de diciembre de 2013

La sede de la US, antigua Fábrica de Tabacos

La sede de las oficinas centrales de la Universidad de Sevilla, no ha sido siempre un edificio dedicado a la educación ni ha funcionado como tal desde que se edificó. Lo que se conoce hoy como el edificio principal de la Universidad hispalense, fue en su origen un centro tabacalero llamado la Real Fábrica de Tabacos.

La Real Fábrica de Tabacos se erigió como consecuencia del descubrimiento de la planta del tabaco que fue encontrada por los españoles a su llegada a América, en 1492. La ciudad de Sevilla en esa época era la cuna del comercio con el Nuevo Mundo y en el siglo XVI las primeras industrias tabacaleras de toda Europa se construyeron en Sevilla.  La primera Fábrica de Tabacos de Sevilla se edificó en 1620 en un recinto situado entre la Iglesia de San Pedro y  la Iglesia del Buen Suceso, en lo que actualmente es la Plaza de San Pedro. Gracias a esta primera fábrica, Jorge Prósperode Verbom, Teniente e Ingeniero General de España, le encomienda al ingeniero Ignacio Sala el proyecto de edificación de nuevas fábricas en 1725.

La Nueva Fábrica se ubicó extramuros, junto a la Puerta de Jerez, en los terrenos conocidos como “las calaveras” por haber sido un antiguo cementerio romano. Se comenzó a construir el 28 de Septiembre de 1728 con la excavación del terreno hasta 1731, cuando Ignacio Sala fue destituido para llevar a cabo el proyecto.  El marqués de Verbom lo sustituyó por el ingeniero Diego Bordick, que no logró terminar la fábrica, diseñando únicamente parte del foso y de los cimientos. Las obras recibieron el impulso final en 1750 bajo la dirección de Van der Borcht, el cual estuvo al frente de la construcción durante dieciséis años seguidos.

Fachada de la Real Fábrica de Tabacos 


Van der Borcht ideó el edificio industrial de mayores dimensiones y máxima categoría arquitectónica de su género en España, con  un enorme rectángulo de 185 x 147 metros, solamente superado por El Escorial. Diseñó la portada principal con la ayuda del escultor Cayetano Da Costa, que creó la estatua de la Fama que se encuentra en la portada y los jarros de azucenas que la acompañan. Destacaba su esquema general de referencias renacentistas, y su enorme fachada de marcado estilo barroco.  Se construyeron veinticuatro patios, veintiuna fuentes, diez pozos y ochenta y siete cuadras, y se incorporó la más novedosa técnica arquitectónica.

El edificio albergaba a casi un millón y medio de operarios, doscientos caballos y ciento setenta molinos. Las azoteas de la fábrica de tabacos  eran usadas como secaderos del tabaco que provenía, una parte de Virginia y la otra de las colonias españolas. La gran mayoría de los trabajadores eran mujeres, conocidas por el nombre de cigarreras, y había aproximadamente seis mil trescientas, las cuales se repartían por las diferentes galerías de la fábrica, llamadas “cuadras”.


Operarios en la puerta de la fábrica 

Al cabo del tiempo, a principios del siglo XX, las cigarreras sevillanas comenzaron a tener más derechos y mejor calidad laboral, y su sueldo era la cantidad, para entonces considerable, de dos pesetas diarias, a cambio de liar los cigarrillos de tabaco ya preparado. Tenían subsidio de maternidad, asistencia médica, farmacéutica e incluso guardería, aunque las registraban a la salida de cada jornada laboral. Estaban casi uniformadas con un vestido rematado con dos o tres volantes, un delantal y mantones de lana o seda.


Cigarreras trabajando en la fábrica
Cigarreras sevillanas en la Real Fábrica de Tabacos

Las cigarreras, además de ser una realidad laboral e industrial, fueron casi un mito y han servido como fuente de inspiración a artistas en óperas, libros y películas. Un ejemplo de ello, es la ópera francesa Carmen, ambientada en Sevilla alrededor de 1820. Dicha obra representa una historia de amor entre una cigarrera gitana y sevillana de fiero carácter y un soldado inexperto. Esta ópera reflejó la verdadera visión de las cigarreras en aquella época, su coraje, personalidad e independencia.

El 1950 se decidió trasladar la labor de la fabricación del tabaco a una nueva fábrica construida en el barrio de los Remedios y se propuso la utilización del edificio como sede de la Universidad de Sevilla. Así, la Universidad de la ciudad utilizó la Fábrica de Tabacos como sede central, Biblioteca, y rectorado, y se integraron diferentes facultades que se hallaban hasta entonces en edificio de los jesuitas.

Entre 1954 y 1957, se hicieron varias  reformas con la intención de adaptar la Real Fábrica de Tabacos a la nueva función que se le otorgaría al edificio. El proyecto tuvo lugar bajo el mandato de los rectores D. Carlos García Oviedo y D. Juan Manzano, los cuales eligieron a los arquitectos A. Delgado Roig y Alberto Balbontín de Orta y Alfonso Toro Buiza para que realizaran las modificaciones oportunas. Éstos abrieron tres portadas más y destruyeron gran parte de los patios interiores (aunque aún quedan los centrales), la capilla, y la antigua prisión. En el eje este-oeste (Derecho-Letras) surgieron dos patios, que reproducen el modelo del Archivo de Indias y en la Facultad de Ciencias se abrieron otros para iluminar aulas y despachos. 

Actualmente el edificio, además de ser sede del rectorado de la Universidad de Sevilla, alberga las facultades de Derecho, Ciencias y de Filosofía y Letras. El edificio fue en su día adaptado para el ámbito académico y no se ha reformado el interior desde entonces. Cuenta con numerosas aulas, despachos, bibliotecas para cada facultad... y acoge cada día a numerosos estudiantes y profesores. 


Actual sede del rectorado de la Universidad de Sevilla







Fuentes:

- Grosso, Manuel:  Sevilla, ciudad de leyenda ; Ed. Jirones de Azul; Sevilla 2009

-Rodriguez Gordillo, José Manuel: Historia de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla ; Ed. Fundación Focus-Abengoa; Sevilla 2005


Fotografías