Son pocas las personas
que conocen la verdadera historia de las mártires Santa Justa y Rufina y los
lugares que se hallan conectados a ella, incluso hay otras que ignoran que
estas son las Patronas de Sevilla. Cuenta la historia que las hermanas Justa y Rufina
nacieron en Sevilla, la primera en el año 268 y la segunda en el 270, en el
seno de una familia humilde. Su familia, que vivía en Triana, dedicaba su vida
al oficio de la alfarería, y tenía una gran convicción cristiana en una época
marcada por la dominación de los romanos, exactamente bajo el mandato del
emperador Diocleciano.
Una calurosa mañana de
julio en Sevilla, se festejaban las Adonias (festejos callejeros que se
celebraban anualmente en honor a la diosa Venus, y en la que se rememoraba el
fallecimiento de Adonis). Según los relatos de la época romana, dicho festejo,
consistía en recorrer las calles de la ciudad portando una especie de procesión
con la figura de la diosa y se exigían limosnas y donativos para costear la
fiesta y numerosas comitivas. Cuando los
paganos se pararon en el puesto de utensilios de cerámica que las hermanas
tenían en Triana para exigir el donativo correspondiente, éstas se negaron a
pagarlo porque el festejo no se correspondía con su verdadera fe. Al negarse,
una de las mujeres que cargaban la figura de la diosa les destrozó el tenderete
al no participar ni honrar las fiestas. Tal fue el enfado de las devotas
hermanas que se lanzaron hacia la figura de la diosa haciéndola añicos.
Así, Diogeniano,
prefecto de Sevilla (ministro que preside y manda en un tribunal, junta o
comunidad eclesiástica), envió a Justa y Rufina a encarcelar por no renunciar a
su fe cristiana. Las encerró en una tenebrosa cárcel situada en la actual
iglesia de la Trinidad en la calle María Auxiliadora, donde durante años sufrieron
numerosos martirios y desprecios: las mandó a torturar y las obligó a ir
andando descalzas hasta Sierra Morena, pero ellas aguantaban toda clase de
penurias con tal de no abandonar su fe.
Finalmente, fueron
encerradas hasta su muerte, y la primera en morir fue Justa, cuyo cuerpo fue abandonado en un pozo situado en el terreno que hoy ocupa la estación centralde Sevilla, de ahí su nombre. Su cuerpo fue recuperado poco tiempo después por
el obispo Sabino.
Diogeniano, para acabar
con Rufina, la mandó a un anfiteatro y la dejó a expensas de un león para que
la destrozase. El animal se acercó a la muchacha y lamió su vestido mientras
que movía su cola como si de un animal de compañía se tratase. El prefecto no
aguantaba más y finalmente la mandó a degollar y quemar su cuerpo. Nuevamente,
el obispo Sabino, recogió sus restos y los enterró junto con los de su hermana
en el año 287, concretamente en la calle hoy llamada Campo de los Mártires, que
ocupa hoy más o menos el espacio donde se sacrificaban y enterraban
habitualmente los cristianos.
Después de tal hazaña,
las hermanas fueron canonizadas debido a la gran fidelidad que procesaban hacia
su religión. Debido a que su historia fue reconocida mundialmente, se les
nombró Patronas de Sevilla y además de los gremios de alfareros y cacharreros,
hasta la actualidad.
Son numerosas las
representaciones que se han hecho de ambas hermanas, y algunas de ellas se
encuentran en diferentes lugares emblemáticos de la ciudad. Muchas de estas
representaciones figuran a las santas portando palmas como símbolo del
martirio, con diferentes objetos de barro alusivos a su profesión de alfareras,
y suelen estar separadas por la Giralda. Aunque la Giralda aún no estaba
construida cuando ocurrió esta historia, la tradición señala a Santa Justa y
Rufina como protectoras de la Giralda y la Catedral, motivo por el cual se
representan junto a la ostentosa torre.
Santa Justa y Santa Rufina, Murillo (1665) |
Santa Justa y Santa Rufina, Murillo (1665-1666) |
Santa Rufina, Zurbarán |
Santa Justa, Diego de Velázquez (1663) |
Santa Justa y Santa Rufina (1817) |
Santa Rufina, Murillo (1665) |
Fuentes:
-Grosso, Manuel: Sevilla,
ciudad de leyenda; Ed. Jirones de Azul; Sevilla 2009
Fotografías: