domingo, 23 de noviembre de 2014

El hombre de piedra

En el barrio de San Lorenzo, cerca de la Alameda de Hércules, existe una calle llamada Hombre de Piedra, un nombre peculiar que está ligado a una curiosa leyenda de la ciudad hispalense. La denominación de tal callejuela, que antes se hacía llamar Buen Rostro, proviene de una estatua de mármol desgastada situada en una hornacina a mitad de dicha calle. Pues esta estatua, sin valor aparente, es la protagonista de esta pequeña historia.

El Hombre de Piedra / Fotografía: pablo-rejano.blogspot.com
Nos trasladamos hasta el siglo XV, exactamente hasta llegar al reinado de Juan II, época en la que los fieles estaban obligados por devoción a  arrodillarse ante el Santísimo Sacramento cuando éste pasaba por la calle, acción que se ha ido perdiendo con los años hasta convertirse en una simple inclinación de la cabeza. Y para que tal obligación se llevase a cabo, el propio rey Juan II dictó la siguiente norma: 

"El rey i toda persona que topare el Santísimo Sacramento se apee, aunque sea en el lodo so pena de 600 maravedises según la loable costumbre desta ciudad, o que pierda la cabalgadura, y si fuere moro de catorce años arriba que hinque las rodillas o que pierda todo lo que llevare vestido..."

Una ley que queda esculpida en mármol y que puede verse en la calle Villegas, debajo de la llamada Cruz de los Polaineros, cuyo lugar era y sigue siendo uno de los más concurridos de la ciudad. 

Cruz de los Polaineros / Fotografía: sevilladailyphoto.blogspot.com
Pues bajo esa norma, cuenta la leyenda que un conocido matón del barrio llamado Mateo El Rubio, se encontraba en una taberna situada en la calle del barrio de San Lorenzo con sus amigos, cuando escuchó un campanilleo que provenía de dicha calle acompañado de varias voces que rezaban. Cuando el sacerdote que presidía el cortejo, acompañado de algunos fieles, se acercó hasta la puerta de la taberna, todos se arrodillaron ante el Santísimo, excepto Mateo, que alegaba que dicha acción devota ponía en jaque a su reputada valentía. De repente, un fulminante rayo llenó de luz la taberna y, situándose sobre El Rubio, castigó a aquel que se negó a postrarse tras el paso del Santísimo a convertirse en piedra para toda la vida.  

Y ahí quedó en la calle a la que dio nombre, postrado sobre sus rodillas como si de un castigo ejemplarizante se tratase. 


Fuentes:

-Grosso, Manuel: Sevilla, ciudad de leyenda ; Ed. Jirones de Azul; Sevilla 2009




sábado, 15 de febrero de 2014

Plaza de España

La Plaza de España de Sevilla es el edificio más destacado del Parque de María Luisa, y pertenece a la arquitectura regionalista (caracterizada por plasmar arquitectónicamente una rasgo particular del lugar y en la que se emplean modelos arquitectónicos del pasado).

Plaza de España de Sevilla / Fotografía: Alba Machuca
Esta monumental plaza fue encargada al arquitecto Aníbal González (uno de los arquitectos más reputados de la época que también era arquitecto director del evento) para la Exposición Iberoamericanadel año 1929 que tuvo lugar en la ciudad hispalense. Dicha exposición, como hemos comentado en otras entradas del blog anteriores, fue la primera exposición que pretendía mostrar el hermanamiento y las relaciones de unión entre la Península Ibérica con América e Hispanoamérica y Estados Unidos y Portugal con Brasil y Macao. Esta obra arquitectónica fue la más compleja y costosa de toda la Exposición del 29, debido a su gran dimensión y a la mano de obra que se requería para edificarla.


El 16 de mayo de 1913 se decidió denominar al plan ideado “Plaza de España” y el 31 de julio de 1914 se aprobó el proyecto de obra definitivo. Las obras comenzaron en agosto de 1914 para disminuir el paro obrero que padecía Sevilla entre los trabajadores que se contrataron para realizar la explanada de la plaza. Para la construcción del monumento, se siguió un sistema de contratas parciales, condicionadas por la corta liquidez del Comité.

Aníbal González siempre tuvo presente que las nuevas construcciones  tenían que permitir una funcionalidad similar a la del Estadio, que pudieran albergar a una gran masa de público y cualquier tipo de espectáculo. La primera versión de la plaza, reflejaba una explanada semielíptica, cerrada en su parte curva con tres pabellones provisionales (el de Industrias Generales, Actos y Fiestas, y Agricultura), entrelazados por dos pórticos  con terrazas a distinta altura. Pero estos elementos eran independientes y aislados entre sí, por lo que se modificó. Se disponía también una ría cruzada por ocho puentes, que serviría para separar la explanada central de un paseo superior que bordeaba las construcciones por su parte interior. Está ría  tendría forma semielíptica y cortada en el centro del diámetro para comunicar la plaza con el Parque de María Luisa. Delante del Palacio de Actos y Fiestas se agrandaba la explanada para albergar  una fuente gigantesca. Como detrás de la plaza discurría el Guadalquivir, dicho proyecto arquitectónico pretendía simbolizar que España, que mira hacia el río, recibe y da la bienvenida a las repúblicas americanas, recordando el verdadero motivo de la celebración de la Exposición Iberoamericana.

Situación de la Plaza de España / Fotografía: Google maps

A finales de 1915, el Comité decidió que uno de los edificios se destinara a sede de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Sevilla, lo que suponía cambiar la construcción. Se acordó realizar un edificio continuo y permanente que cerrara la plaza por su parte curva. Por tanto, el diseño definitivo conservaba muchos aspectos del primer trazado de la plaza pero con algunas modificaciones. La explanada tendría forma semielíptica, con 186,38 y 93 metros de diámetro y una superficie de 14.668 metros cuadrados. Los puentes de la ría se redujeron a  cuatro, denominados de Castilla, León, Aragón y Navarra, y se construiría una balaustrada de cerámica vidriada que la separaba del paseo.

Puentes de la Plaza de España / Fotografía: ojodigital.com

El paseo tendía una anchura de 25 metros, una leve pendiente para facilitar la visión de los espectadores y se comunicaba directamente con el Parque a sus extremos, construyendo así dos nuevos accesos al conjunto. El paseo albergaría cuarenta y ocho bancos, dispuestos como si fueran palcos, en forma de “U”. En el frente de cada banco se representaría en cerámica vidriada una escena histórica de cada provincia española y se instalarían dos hornacinas (hueco en forma de arco, que se suele dejar en el grueso de la pared maestra de las fábricas, para colocar en él una estatua o un jarrón, y a veces en los muros de los templos, para poner un altar) para contener publicaciones referentes a dicha provincia. En el suelo se estamparía el mapa y en la parte superior se dibujaría el escudo de ésta.

Banco de la provincia de Madrid (hornacinas, mapa e imagen ilustrativa) / Fotografía: panoramio.com

Bancos de la Plaza de España de Sevilla / Fotografía: deviajepor.es

El ceramista Pedro Navia Campos, que se encargó de la cerámica vidriada que decoraba la plaza, instaló cuarenta y ocho medallones de figuras relevantes españolas (sacerdotes, pintores, académicos, pensadores, poetas…) que rodean la plaza, además de veinticuatro águilas imperiales con el escudo de Carlos V y cuatro heraldos (mensajeros) de tres metros de altura que rematan el edificio central.


Medallón del pintor y artista Sorolla / Fotografía: galeon.com


Medallón del gran literario español, Quevedo / Fotografía: sevilladailyphoto

Se edificó una galería elevada de seis metros de profundidad rematada con arcos y columnas pareadas, y se instaló una terraza superior que la recorre en su totalidad. En los extremos del paseo se levantaron dos torres anexas inspiradas en los alminares de las mezquitas, repletas de reminiscencias renacentistas y barrocas. Dichas torres tienen influencias de otras obras renacentistas  como la torre de la Catedral de Córdoba de Hernán Ruíz III. La gran altura de dichas torres rompe el cielo de Sevilla, y hace que sean dos de las torres más vistosas de la ciudad hispalense junto con la Giralda, y en la actualidad también junto con la Torre Pelli, que sigue en construcción.


Una de las torres de la Plaza de España / Fotografía: Alba Machuca

Toda la obra está revestida de ladrillos finos utilizándose una decoración esmerada con cerámica vidriada, ladrillos tallados, hierro forjado y repujado, madera tallada y mármol labrado. Finalmente la superficie total del conjunto arquitectónico era de 50091 metros cuadrados.

La dimisión de Aníbal González en 1926 le impidió terminar la dirección de esta obra que recayó en manos de Pedro Sánchez Núñez. Vicente Traver se proclamó arquitecto director, e introdujo una desafortunada modificación al monumento con la construcción de una fuente central, lo que significó la ruptura de la funcionalidad dada a la plaza por su creador. Para Traver, a diferencia de Aníbal, no era el espacio vacío, que él destruyó, sino las construcciones. La fuente invita a rodearla mientras observas los edificios de rica decoración. Así, la mayor obra pública de la Sevilla contemporánea quedó como una obra ornamental. Traver se encargó de finalizar el proyecto en 1928.


Fuente de Plaza de España / Fotografía: wikipedia


La Plaza de España ha sufrido un importante proceso de restauración que finalizó el 17 de octubre de 2010. En ella, se recuperaron veinte farolas de cerámica y de fundición que se habían degradado con el paso de los años. Además, se volvió a llenar la ría que llevaba durante varios años vacía, y en la actualidad todos los visitantes pueden recorrer en barca dicha ría de la Plaza.


Farolas de cerámica en la balaustrada de la Plaza de España / Fotografía: flickr.com

A pesar de que Aníbal González no terminase esta grandiosa plaza, fue el creador de una de las obras más bellas y conocidas de la ciudad de Sevilla, y durante la restauración se instaló  frente a la propia plaza un monumento dedicado al arquitecto.


Monumento a Aníbal González



Fuentes:

-Catálogo oficial de la Exposición Iberoamericana del 29

-
Pérez Escolano, Victor (1996). Aníbal González: Arquitecto (1876-1929).


viernes, 13 de diciembre de 2013

Santa Justa y Rufina, Patronas de Sevilla

Son pocas las personas que conocen la verdadera historia de las mártires Santa Justa y Rufina y los lugares que se hallan conectados a ella, incluso hay otras que ignoran que estas son las Patronas de Sevilla. Cuenta la historia que las hermanas Justa y Rufina nacieron en Sevilla, la primera en el año 268 y la segunda en el 270, en el seno de una familia humilde. Su familia, que vivía en Triana, dedicaba su vida al oficio de la alfarería, y tenía una gran convicción cristiana en una época marcada por la dominación de los romanos, exactamente bajo el mandato del emperador Diocleciano.

Una calurosa mañana de julio en Sevilla, se festejaban las Adonias (festejos callejeros que se celebraban anualmente en honor a la diosa Venus, y en la que se rememoraba el fallecimiento de Adonis). Según los relatos de la época romana, dicho festejo, consistía en recorrer las calles de la ciudad portando una especie de procesión con la figura de la diosa y se exigían limosnas y donativos para costear la fiesta y numerosas comitivas.  Cuando los paganos se pararon en el puesto de utensilios de cerámica que las hermanas tenían en Triana para exigir el donativo correspondiente, éstas se negaron a pagarlo porque el festejo no se correspondía con su verdadera fe. Al negarse, una de las mujeres que cargaban la figura de la diosa les destrozó el tenderete al no participar ni honrar las fiestas. Tal fue el enfado de las devotas hermanas que se lanzaron hacia la figura de la diosa haciéndola añicos.

Así, Diogeniano, prefecto de Sevilla (ministro que preside y manda en un tribunal, junta o comunidad eclesiástica), envió a Justa y Rufina a encarcelar por no renunciar a su fe cristiana. Las encerró en una tenebrosa cárcel situada en la actual iglesia de la Trinidad en la calle María Auxiliadora, donde durante años sufrieron numerosos martirios y desprecios: las mandó a torturar y las obligó a ir andando descalzas hasta Sierra Morena, pero ellas aguantaban toda clase de penurias con tal de no abandonar su fe.

Finalmente, fueron encerradas hasta su muerte, y la primera en morir fue Justa, cuyo cuerpo fue abandonado en un pozo situado en el terreno que hoy ocupa la estación centralde Sevilla, de ahí su nombre. Su cuerpo fue recuperado poco tiempo después por el obispo Sabino.

Diogeniano, para acabar con Rufina, la mandó a un anfiteatro y la dejó a expensas de un león para que la destrozase. El animal se acercó a la muchacha y lamió su vestido mientras que movía su cola como si de un animal de compañía se tratase. El prefecto no aguantaba más y finalmente la mandó a degollar y quemar su cuerpo. Nuevamente, el obispo Sabino, recogió sus restos y los enterró junto con los de su hermana en el año 287, concretamente en la calle hoy llamada Campo de los Mártires, que ocupa hoy más o menos el espacio donde se sacrificaban y enterraban habitualmente los cristianos.

Después de tal hazaña, las hermanas fueron canonizadas debido a la gran fidelidad que procesaban hacia su religión. Debido a que su historia fue reconocida mundialmente, se les nombró Patronas de Sevilla y además de los gremios de alfareros y cacharreros, hasta la actualidad.

Son numerosas las representaciones que se han hecho de ambas hermanas, y algunas de ellas se encuentran en diferentes lugares emblemáticos de la ciudad. Muchas de estas representaciones figuran a las santas portando palmas como símbolo del martirio, con diferentes objetos de barro alusivos a su profesión de alfareras, y suelen estar separadas por la Giralda. Aunque la Giralda aún no estaba construida cuando ocurrió esta historia, la tradición señala a Santa Justa y Rufina como protectoras de la Giralda y la Catedral, motivo por el cual se representan junto a la ostentosa torre.


Santa Justa y Santa Rufina, Murillo (1665)
Santa Justa y Santa Rufina, Murillo (1665-1666)
Santa Rufina, Zurbarán
Santa Justa, Diego de Velázquez (1663)
Santa Justa y Santa Rufina (1817)
Santa Rufina, Murillo (1665)



Fuentes:


-Grosso, Manuel: Sevilla, ciudad de leyenda; Ed. Jirones de Azul; Sevilla 2009

Fotografías:





miércoles, 11 de diciembre de 2013

El Palacio de San Telmo y su función histórica

El Palacio de San Telmo es uno de los edificios de la ciudad sevillana que ha adquirido más funcionalidades diferentes con el paso de los años (Universidad de Navegantes, Colegio de la Marina, sede de la Sociedad de Ferrocarril, sede de la Universidad Literaria, residencia de los duques de Montpensier, sede de la Archidiócesis de Sevilla y sede oficial de la presidencia de la Junta de Andalucía). Se trata de un espectacular monumento emblemático de la arquitectura barroca sevillana situado en el centro de la ciudad hispalense, cerca del río Guadalquivir.

El edificio al que hoy conocemos como Palacio de San Telmo, se construyó en 1682 en unos territorios pertenecientes al Tribunal de la Inquisición, con la intención de albergar en él la sede del colegio-seminario de la Universidad de Mareantes, situada anteriormente en la calle Betis. El proceso de construcción del colegio tardó medio siglo, y debido a la falta de documentación que existe sobre el nacimiento del edificio, es imposible saber con exactitud quién fue el primer director de las obras. Por otra parte, en 1691 fue Antonio Rodríguez el que permaneció al cargo de la construcción del monumento hasta el año 1696. La edificación de planta rectangular, pretendía ser una obra de grandes dimensiones y uno de los edificios más grandiosos de la ciudad.  El Colegio o Universidad de Navegantes tenía como principal función la acogida, el amparo y la formación de los huérfanos de los marineros.

A partir de esa fecha, el proceso de construcción se paraliza hasta 1722, año en el que el arquitecto Leonardo Figueroa se pone al frente de la ampliación del edificio junto con su hijo Matías. Con él, la construcción tomó un gran impulso y se comenzaron a levantar grandes patios interiores, capillas, enfermerías, la fachada principal, así como la grandiosa portada, la cual se terminó de edificar en 1734 y que se conserva en la actualidad. Además, el edifico contaba con dos plantas más ático, torreones en las esquinas y jardines.

Vista aérea del Palacio de San Telmo  /  Fotografía: blog edificiosdesevilla
Leonardo Figueroa con la ayuda del imaginero Duque y Cornejo creó una espectacular fachada barroca que alberga numerosos elementos decorativos que hacen referencia al ámbito del mar y la navegación debido a su funcionalidad, como por ejemplo la figura de San Telmo (patrón de los marineros) en la portada principal, de ahí el actual nombre del edificio.

Portada barroca / Fotografía: El Señor del Biombo
San Telmo, patrón de los marineros / Fotografía: El Señor del Biombo
Tras ser construido como sede de la Universidad de Navegantes, pasó un siglo más tarde a ser el Colegio de la Marina, donde ingresó y se formó en 1846 el poeta Gustavo Adolfo Bécquer, y un año después el edificio dejó de ser una universidad. Más adelante fue destinado para diferentes usos siendo sede de la Sociedad del Ferrocarril o sede de la Universidad Literaria.

Fue en 1849 cuando la edificación fue adquirida por los duques de Montpensier, Antonio de Orleans y MaríaLuisa Fernanda de Borbón. Éstos convirtieron el monumental edificio en su residencia oficial y lo llevaron hacia el máximo esplendor mientras vivieron allí. Durante su alojamiento se terminó la torre norte, se levantó el ala este y un salón de baile, y además se restauró la portada principal con diferentes escudos de las casas de Orleans-Borbón. Además, el duque de Montpensier encargó al escultor sevillano Antonio Susillo la construcción de doce esculturas que representaran a los sevillanos más ilustres con la intención de coronar la gran fachada. Las doce esculturas se dispusieron sobre la balaustrada en 1895 y representan a doce importantes y conocidas personalidades, nueve de ellas nacidas en la ciudad y otras tres que vivieron y murieron en ella (Juan Martínez Montañés, Rodrigo Ponce de León y Núñez, Diego Rodríguez deSilva y Velázquez, Miguel Mañara, Lope de Rueda, Diego Ortiz de Zúñiga, Fernando de Herrera, Luis Daoíz, Benito Arias Montano, Bartolomé EstebanMurillo, Fernando Afán de Ribera y Bartolomé de las Casas).

Balaustrada de personajes ilustres / Fotografía: www.jotdown.es

Cuando fallece la viuda de Montpensier, la infanta María Luisa Fernanda, en 1897 cedió el palacio a la Archidiócesis de Sevilla y donó los jardines a la ciudad hispalense, los cuales se encuentran hoy en el parque de María Luisa.

El arzobispo de la ciudad en 1901, Marcelo Spínola, convirtió el palacio en un seminario hasta 1989 que fue traspasado por el propio arzobispado de Sevilla a la Junta de Andalucía para que instalara en él la sede del gobierno autonómico, función que se conserva en la actualidad.

En 1991, bajo la dirección del arquitecto sevillano Guillermo Vázquez Consuegra, se comenzaron las restauraciones del edificio para convertirlo en sede oficial de la presidencia de la Junta de Andalucía. Las obras, que continuaron en 2005, supusieron un costo de cuarenta y siete millones de euros, y duraron poco más de dos años y medio. Éstas tenían como finalidad rescatar la estructura original y los detalles del interior del edificio que se habían deteriorado debido al paso del tiempo y a las múltiples funcionalidades que se le han otorgado a este emblemático monumento. 


Palacio de San Telmo, sede oficial de la Junta de Andalucía / Fotografía: web Junta de Andalucía





Fuentes:

-El País



-Junta de Andalucía


martes, 10 de diciembre de 2013

La Torre de la Plata

La Torre de la Plata fue en su día uno de los edificios más importantes de la ciudad de Sevilla, pero debido a su precario estado actual, son muy pocas las personas que conocen la historia de este preciado monumento. 

Torre de la Plata / Fotografía: Alba Machuca

Es un edificio octogonal del siglo XIII construido por los almohades y situado en el centro de Sevilla, exactamente en la calle Santander. Esta edificación estaba unida a la emblemática Torre del Oro mediante una muralla que cercaba la ciudad de Sevilla, la cual fue derribada. La torre tenía una función parecida a la de la Torre del Oro, y servía como edificio de defensa y vigilancia.

Dicha torre quedó totalmente aislada de la Torre del Oro en la Revolución de 1868, cuando los rebeldes, con la excusa de que las murallas cercaban y estrechaban la ciudad e impedían su crecimiento, demolieron las murallas, poniendo los restos a la venta para aprovechar sus materiales. A partir de ahí, la grandeza de la Torre de la Plata comenzó a declinar con el paso del tiempo.

Por esa misma fecha, la torre fue parcialmente ocultada por la construcción de una serie de viviendas para personas con gran poder adquisitivo (tal y como se encuentra en la actualidad), según el proyecto del arquitecto italiano Vermondo Resta.

Posteriormente, desde finales del siglo XX hasta 1992, año en el que fue parcialmente restaurada, se utilizó como cobijo por indigentes. Hasta época muy reciente sirvió de vivienda y los edificios adosados a ella hicieron olvidar su protagonismo de otros tiempos.

En la actualidad, la Torre ha quedado olvidada y sus alrededores se utilizan como aparcamiento al aire libre, aunque al menos permite ver de cerca la histórica torre. La torre se encuentra en un estado pésimo siendo la vegetación la que inunda el propio edificio y parte de los restos de la muralla que aún perduran. Tal es su descuido, que muchas personas desconocen la existencia de este edificio que en su tiempo fue uno de los más importantes de la ciudad sevillana.

Actualmente se está pensando en restaurar y rehabilitar el edificio y sus alrededores, aunque no se ha determinado la función que se le va a otorgar. La Torre de la Plata necesita una útil funcionalidad y una generosa rehabilitación para volver a conseguir la relevancia de antaño, y para ser reconocida por aquellos sevillanos que un día la dejaron apartada y en el olvido.




Fuentes:

-Grosso, Manuel: Sevilla, ciudad de leyenda ; Ed. Jirones de Azul; Sevilla 2009


domingo, 8 de diciembre de 2013

Hotel Alfonso XIII

Hotel Alfonso XIII / Fotografía: Javier Espejo

El Hotel Alfonso XIII de Sevilla, es un edificio histórico situado en el centro de la ciudad hispalense, junto a la Puerta de Jerez y la antigua Real Fábrica de Tabacos.  Este lujoso edificio, llamado anteriormente Gran Hotel, nació durante el reinado de Alfonso XIII y gracias a la participación de éste  en la Exposición Iberoamericana de 1929 en Sevilla. La Exposición Iberoamericana del 29, que se inauguró el nueve de mayo de ese mismo año, fue la primera exposición que pretendía mostrar el hermanamiento y las relaciones de unión entre la Península Ibérica con América e Hispanoamérica y Estados Unidos Portugal con Brasil y Macao. Un evento de estas características supondría la visita de numerosas personalidades importantes a Sevilla, por tanto el hotel nace de la necesidad de dotar de plazas hoteleras a la ciudad. Antes de que se confirmase donde se haría el encuentro, la ciudad se había quedado congelada en la urbe que fascinó a los viajeros románticos y apenas ofrecía más que hoteles mediocres descritos como antros horribles en los diarios de viaje de los forasteros.

El solar elegido fue el de los Jardines de Eslava, sobre un viejo teatro que había acogido varios conciertos, y hasta numerosas óperas al aire libre. El ganador del concurso para la construcción del edificio, bajo la dirección de Aníbal González (principal arquitecto de la Exposición), lo ganó José Espiau y Muñoz. El propio Rey Alfonso XIII demostró en todo momento gran interés en la edificación del hotel, que más adelante llevaría su nombre.

La construcción del edificio se inicia con el Trienio Bolchevique, en 1917. Mientras Europa vivía La Gran Guerra, y en Sevilla se ensayaban los motines, las huelgas y las barricadas, la ciudad hispalense se preparaba para albergar uno de los hoteles más importantes de toda Europa.

José Espiau y Muñoz, con la colaboración de un gran equipo especializado, concibió la construcción como un hotel de “grandes lujos” y esto se reflejó tanto en la fachada como en el interior del propio edificio. Construyó un hotel de estilo neomudéjar, una versión moderna inspirada en la arquitectura árabe, aunque con un toque regionalista andaluz. Utilizó elementos decorativos del rico plateresco sevillano en la portada.
En su interior, destaca el lujo y la categoría, los arcos y las columnas, con elegantes lámparas colgadas de elaboradísimos artesonados y carísimos suelos de mármol y de madera. Además se incorporaron costosos azulejos y se eligieron elementos decorativos de gran valor adquisitivo. Las habitaciones fueron diseñadas y adaptadas para alojar a reyes, presidentes, personalidades e invitados de la Exposición Iberoamericana.
El hotel dispone de una enorme suite real que siempre ocupaba Doña María de las Mercedes, madre del rey y huésped habitual durante Semana Santa y Feria. También se compone de seis salones para conferencias y banquetes, un salón real, y los famosos salones de Andalucía, Híspalis y Cartuja, situados uno a continuación del otro.

El coste total del Hotel Alfonso XIII, incluyendo el mobiliario y el decorado, resultó ser de doce millones de pesetas, más del diez por ciento del coste total de los edificios y obras públicas realizados para la Exposición. Así, desde el primer día, pudo colocarse cómodamente entre los mejores hoteles del mundo.

El hotel fue inaugurado oficialmente el 28 de abril de 1929, con el banquete de boda de la sobrina del Rey Alfonso XIII, la Infanta Isabel Alfonsa, con el Conde Juan Zamoyski. La celebración, presidida por el Rey y la Reina Victoria Eugenia, contó con un opulento banquete y un ostentoso baile al que asistieron numerosas celebridades reconocidas mundialmente.

Durante la Segunda República, pasó a llamarse Hotel Andalucía Palace, y cincuenta años después recuperó el nombre Hotel Alfonso XIII, conservado en la actualidad. Hoy, este hotel pertenece a la cadena hotelera The Luxury Collection by Starwood, y ha sido restaurado íntegramente en 2011 y reinaugurado el 13 de marzo de 2012.




Existen innumerables historias sobre el hotel y las diferentes personalidades que se han hospedado en el Alfonso XIII. Son conocidas las numerosas aventuras que el Rey tenía en las alcobas del propio hotel durante la construcción del mismo. Además, en él se han alojado celebridades como Grace Kelly con el príncipe Rainero que visitaron la Feria de Abril en 1966, Franco y Carmen Polo, visitantes asiduos del hotel, Brigitte Bardot, Robert Kennedy o Lady Di.

También se han rodado algunas películas en el seno del Hotel Alfonso XIII, como la película La femme et le pain, inspirada en la novela que Pierre Louÿs escribió durante un viaje a la Sevilla del mito de Carmen, o el film Lawrence de Arabia dirigido por David Lean.




Fuentes:

-Villar, Alberto: Arquitectura del Regionalismo en Sevilla (2010)

-El Mundo

-Catálogo oficial de la Exposición Iberoamericana del 29


sábado, 7 de diciembre de 2013

La Torre del Oro

Torre del Oro / Fotografía: Alba Machuca

La Torre del Oro es en la actualidad una torreta tan emblemática para Sevilla como las mismísima Giralda. Es una torre albarrana (torre que antiguamente se ponía a trechos en las murallas) y almohade levantada en el primer tercio del siglo XIII, ya casi al final de la época islámica de la ciudad. El edificio que mide 15,20 metros de diámetro y 36,75 metros de altura, se encuentra en el centro de Sevilla, junto al río Guadalquivir y cercana a la RealMaestranza.

Abu-1.Ula fue el gobernador almohade que en 1220 la mandó edificar para defender la ciudad. La Torre del Oro era el punto último de una muralla que iba del alcázar al río y servía de anclaje para unas cadenas que cruzaban el Guadalquivir y se unían a un bloque de argamasa (mortero hecho de cal, arena y agua, que se emplea en las obras de albañilería) al otro lado. De este modo se impedía el paso a cualquier embarcación que quisiese subir río arriba.

El edificio es de planta dodecagonal construido entre 1220 y 1221 durante el mandato del almohade Abu-1.Ula. Se llamó Torre del Oro o Bury al Dahab o Borg-al-Azaja en árabe, desde la época almohade, y dichos nombres intentaban expresar el deslumbramiento que causaba mirar dicha torre cuando el sol se reflejaba en ella.

El segundo cuerpo también dodecagonal, se edificó en el siglo XIV por orden del rey Don Pedro I. Algunas leyendas cuentan que la Torre del Oro servía como residencia a las amantes del Rey Don Pedro. Con el paso del tiempo, la torre perdió verdaderamente su función primitiva y cayó en el abandono. En el siglo XVI se modificó dicha torre y se realizaron numerosas obras que restauraron sus imperfecciones. Gracias a esa rehabilitación, la Torre del Oro pudo sobrevivir al terrible terremoto de Lisboa de 1755, el cual sacudió a la ciudad y afectó gravemente a la Torre. 

Finalmente, el último cuerpo, cilíndrico y coronado por una cúpula, se construyó en 1760 bajo la dirección del ingeniero militar Sebastián Van der Borcht, el cual se encargó de dirigir una década antes la Real Fábrica de Tabacos. Esta última reforma sucede después de que el pueblo sevillano impidiese el derribo de la torre a manos del marqués de Monte Real. Éste quería destruir la emblemática torre para ampliar el paso de los coches de caballo a efectos de dejar el paso de San Telmo al Puente de Triana más derecho.

Durante todas esas etapas, la Torre del Oro ha funcionado como prisión, residencia, como capilla dedicada a San Isidoro de Sevilla, almacén de pólvora, sede de las oficinas de la Compañía del Río Guadalquivir y hasta parte del escudo de algunos pueblos y ciudades del norte de España que participaron en la conquista de Sevilla, como el escudo de Santander, de Cantabria o de Comillas.
   
Escudo de Comillas
Escudo de Santander 


     

                           

En la actualidad, además de proporcionarnos una de las mejores panorámicas de Triana desde el río, la Torre del Oro alberga la sede del Museo Naval de Sevilla desde 1.944, donde se aguardan variados objetos y piezas relacionados con la vida marinera sevillana. Contiene grabados, cartas marinas, maquetas, instrumentos antiguos de marear (navegar) así como documentos históricos. Hoy, por tan solo un euro puede visitarse este emblemático edificio, impregnado de valiosas historias y culturas entre sus cimientos.




Fuentes:

-Grosso, Manuel: Sevilla, ciudad de leyenda ; Ed. Jirones de Azul; Sevilla 2009